Mi pueblo grande está en fiestas. Quiero decir Cartagena, mi ciudad.
Hay multitud de tipos de fiestas locales. Yo creo que hay dos tipos principales: Las fiestas religiosas, y el resto.
Hay quien dice que las fiestas religiosas son aburridas. Yo no lo entiendo, es genial ver la hermandad de un pueblo hecha pasacalles, y contemplar a los gañanes autóctonos llevando la imagen de su virgencica a hombros (o en volandas, depende de la cultura local), generalmente en una romería que se celebra a las 12 de la mañana, cuando no pega el sol casi.
Por no hablar de las generosas misas que se celebran en esos actos, con sus amenas homilías coronando la celebración. En parte me recuerdan a las explicaciones de clase, cuando se te va la pinza un momento al principio, y ya no pillas nada aunque te lo explique el de al lado.
A mí en misa me pasa igual. Bueno no, porque no voy. Pero de pequeño me pasaba siempre.
Ahora que recuerdo mi infancia eclesiástica, me ha venido a la cabeza ese sacramento que todos los nenes temen: La confesión.
Me recuerda a cuando ibas al dentista de pequeño, y te decía que te sentaras mientras te avisaba de que no te iba a doler. "Qué cojones me estás contando" -pensaba yo- "Si mi madre me ha dicho que no me ibas a tocar".
Sentía algo parecido cuando de crío me "pedían" que fuera a confesarme. No es que estuviera en contra de esas creencias (que también).
Es que a mi eso de ponerme de rodillas delante de un señor a contarle cómo de hijo de puta he sido, sin poder siquiera mirarle a los ojos, nunca me hizo especial gracia. Y menos sabiendo que ese señor era el que administraba el dinero del cepillo rindiéndole cuentas a Dios. Es decir, a su
Que tampoco es que yo sea un pesetero, es que siempre me he sentado al final en misa, y se que si hacienda supiera qué cifras se mueven en esos cestos de mimbre probablemente se declararía cada misa que se oficiara.
Como decía, fuera de las fiestas religiosas todo puede variar hasta el infinito.
Como sería bastante aburrido hacer una lista con lo más bizarro del país en lo que a fiestas se refiere, voy a hablar un poco de las de mi pueblo grande. Uy, otra vez. Quería decir de mi
CARTAGINESES Y ROMANOS
Se trata de la clásica fiesta que rememora la historia más profunda y ancestral de la población y su relación con la civilización archienemiga de turno: Los romanos, esos engreídos que quisieron hacerse con el mundo, y casi les sale.
Yo creo que en Cartagena se celebra lo que sea, con tal de bailar y ponerse uno hasta el culo. En cuanto veáis de qué van las fiestas lo comprenderéis.
Durante una semana y poco, se van sucediendo una serie de actos
Porque todo esto está basado en hechos reales, y Roma es la que gana. Quiero decir, que hace miles de años los romanos nos dieron por el ojete moreno con una estrategia de niño de párbulos, y nosotros con ansia y felicidad, esperamos cada año estas fechas para celebrarlo.
Sin comentarios.
Por si fuera poco esta demostración de inteligencia por parte de mi ciudad, la estrategia con la que nos derrotaron es la siguiente:
Por la situación y composición geográfica de la que consta Cartagena, bla bla bla rollo largo.
Y como por el puerto no podía con nosotros NI DIOS, los romanos mandaron un ejército pequeñico por delante, y también otro más bien descomunal por detrás.
Mientras que Carthago se defendia por el puerto con todas, TODAS sus malditas fuerzas, Roma desenfundó sus armas y nos entró por la puerta de atrás, de golpe y hasta el fondo.
Pero eso pasó hace muchos años, y la cosa ha cambiado mucho desde entonces. Yo personalmente he vivido la fiesta desde el lado del que desfila vestido y pertenece a una tropa o legión; Y desde el lado del que se pone ciego sin excusa ninguna, sin ser de nadie.
He salido desfilando en varias tropas y varias legiones. Esto traducido quiere decir que de un bando me he pasado al otro, varias veces.
Claro coño, si la fiestaca te la vas a pegar igual, qué importa de qué te vistas.
Y efectivamente, seas de la tropa que seas, sólo cambia el traje, los actos en los que participas, y el dinero que pagas. Porque por la noche todos acaban rodando. De tanto bailar, no penséis que la gente se pone de alcohol hasta que se le acaba el dinero, por dios.
Este año estoy viviendo las fiestas desde fuera otra vez. Y la verdad que para haber sido este el primer fin de semana de Cartagineses y Romanos, ha cundido bastante. (Se puede decir "cartaginés", o "carthaginés", pero normalmente lo decimos sin la h porque sino parece que hablamos bien)
La verdad que de todos los actos que se han celabrado en el fin de semana sólo he acudido al del botellón, los dos días.
Los que no hayan venido nunca a Cartagena en Cartagineses y Romanos, no sabrán que aquí han convertido el clásico botellón de Cartagineses, en un macrobotellón de mierda en un descampado de mierda, cercano al campamento (donde están las casetas), donde te llenas de setos, cristales, y mierda.
Pero como bebes, te ríes.
La verdad que poco recuerdo, que sea interesante quiero decir. Lo típico, el colega al que se le escurre el cubata de la mano al suelo de lo cocido que va, el que se cae porque se tropieza con su propio pie, el que va buscando a alguien para reventarle con 4 amigos...
Ahora que lo pienso sí recuerdo algo que quizás os interese. Cuando volvía a casa el primer día, y digo día porque volvía casi a las 6, vi desde lejos a un señor que venía en dirección opuesta, pero muy lento.
Andaba tan lento como si se pensara dos veces cada paso, o como si andara lento sin más.
Cuando vuelvo a mi casa a las tantas y medio perjudicado, me gusta tomar algunas precauciones, para no acabar contando en un artículo que me han dado el palo más que nada.
Así que le observé muy bien mientras seguí caminando, hasta el punto en que me paré absurdamente en un cruce para ver qué coño hacía. Lo de absurdo viene porque a esa hora no pasa un puto coche en diez minutos.
Y efectivamente, aquel señor venía hacia mi directamente y decidido. Y no se llevaba la mano al cinturón para sacarse una navaja como parecía, ni llevaba la bragueta del pantalón cerrada como creía, ni tenía su miembro dentro de sus calzoncillos como esperaba.
Sino que más bien, venía hacia mí andando por en medio de la carretera mientras tranquilamente se masturbaba.
Me miraba fijamente, y eso era lo que me ponía nervioso. Así que me esperé a que él se acercara lo suficiente para calificarle como un cerdo enfermo, y pedirle amablemente que se alejara lo suficiente como para perderle de vista, y que ya de paso se fuera a la mierda.
El me seguió mirando mientras poco a poco se alejaba calle abajo, no sé si porque hice mella en su enfermiza práctica sexual, o porque me había sacado el móvil y estaba llamando a la policía.
Supongo que el telefonista de emergencias lo flipó tanto como yo. Mientras tomaba todos los datos que le iba dando, se salía de lo profesional y comentaba cosas como "Qué fuerte", "menudo enfermo"...
La verdad que a día de hoy confío casi por completo en que esa noche no le cogieron. Pero en ese momento me hacía mucha falta contárselo a alguien.
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Para todas las personas que me han pedido hasta ahora que me dignara a escribir
Se aproxima otro fin de semana con día festivo por fiestas, valga la redundancia, así que entre eso y varias crónicas de salidas ciclistas que iré resumiendo poco a poco, tengo material.
Así que dentro de poco (risa floja), nos vemos.
Un saludo, y buenas tardes. Leer más...