jueves, 1 de julio de 2010

Casi me vuelvo loco del sueño


Siempre he mencionado (como todos) la cuantía del poder del dinero.

Ya bien fuera para justificar algo que sucedió a mi alrededor, o como nota de observación ante... bien, ante muchísimas de las situaciones que suceden a diario...

En más de una ocasión he comentado, como muchos seguramente, que el dinero mueve montañas. Pero esta frase muchos la decimos con la misma facilidad que damos los buenos días, o incluso con la misma facilidad con que saludamos escuetamente a un lejano conocido con quien nos cruzamos en la calle (y con quien tampoco tenemos demasiadas ganas de entablar conversación).

La lástima es, sin duda, que al igual que no valorarmos muchas cosas que tenemos hasta que nos hayamos al borde de la pérdida de las mismas, no nos damos cuenta de la potencia de ciertas -sabias- frases hasta que de veras algo hace que se conviertan en nuestra propia moraleja.

Y perdonad que vaya al grano a partir de ahora, pero ya no sé cómo carajo convertir en un tostón artículo medio comestible lo que venía a contar.

Ayer al mediodía comí en el bar de al lado de mi casa, donde han decidido dedicar un par de días a hacer un homenaje a la tierra de dos de los dueños. Y yo empiezo a pintar algo en esto en el momento en el que una de las camareras me propone, dada su ineptitud falta de experiencia, hacerle la propaganda.



Bien, hasta aquí perfecto. Ahora matizo dos detalles:

1. Significado de la palabra "hacer" en el contexto "Hacerle la propaganda": Acción o efecto de idear, diseñar e imprimir los folletos que se usarán para la propaganda.

2. No tengo ni puta idea nada de experiencia en idear y diseñar publicidad.


Ahora sí: Perfecto, puedo continuar.
Como de un tiempo a esta parte mi bolsillo tiene hasta estrías y flacideces del peso que ha perdido, sin pensármelo acepté.

Creo que si tuviera que hacer una lista con las cosas que creí que compensarían mis carencias, se encontrarían a la cabeza: Google, Youtube, conocidos con algo de experiencia, y el resto de internet en general (que si le quitamos el porno tampoco es tanto, no creáis).


A pesar de todo pienso que, o bien soy tan tonto que la OMS está a punto de incluírme en su libro de patologías, o en una noche de descontrol acabé en la cama con Murphy sodomizándome sin piedad. Porque NADA, absolutamente NADA de lo que pensé que me ayudaría funcionó.

1. Los pocos contactos que tienen algo de idea sobre lo que tenía que hacer, estaban planchando la oreja desde el minuto cero.

2. Los tutoriales de Youtube son incomibles. Alguien tiene que decirles a todos esos señores sudamericanos que, o hablan más alto y fluido, o le ponen subtítulos a sus vídeos para poder al menos escuchar música mientras tanto, o yo qué mierda sé. Porque me aburro, me asobino y no puedo con ellos. (los vídeos)

3. Puede ser que alguna vez Google no tenga la respuesta, sobre todo si no sabes qué narices estás buscando. Ejemplo: "Bien, ahora voy a buscar... Mmm... Esa cosa... Que va detrás de un rótulo... ¿Fondo? No. ¿Cuadro? No funciona, tampoco es. ¿Marco? Nada (repetir el resultado hasta el aburrimiento).

4. El resto de internet sólo sirve para perder el tiempo, no hay explicación más válida. No hay ningún tutorial para diseñar con eficacia. Nadie, hoy por hoy, tiene las claves para pensar bien.

Sabiendo todo esto, sólo queda imaginarme a mí desde las 0:30 hasta las 7:00 que acabé: Sufriendo, reprimiendo golpes de rabia, y avanzando poco a poco en mi labor. Tengo el culo que se puede escribir encima con pasmosa facilidad.

Finalmente, son las 8:51 y todavía ni me he sentado en la cama. Ahora sé que a partir de ahora, cada vez que use una frase similar a la que cité al comienzo ("el dinero mueve montañas"), me acordaré de esta noche laaaaaaarga, y comprenderé todo el significado que tiene.


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Moraleja:

Sin duda, y como yo digo a menudo: "Yo, todo lo que me sea dado, menos por el culo, me lo quedo"

Un saludo a todo aquel que haya llegado a este punto del artículo. Espero que os haya resultado como poco fácil de llevar la lectura sobre, paradógicamente, una de las noches más aburridas de mi vida. Sin duda.

Desde luego y sin embargo, teniendo en cuenta el palo que les voy a dar a los del bar con el precio de los folletos, ha merecido la pena. Vaya que sí.

Todo sea por el dinero, Amén.

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